Álvaro

Procedencia: Vengo de la ciudad más bonita de la Vía Lactea, Barcelona. Como todos sabéis, está ubicada un poco al este de San Francisco y un poco al oeste de Sydney.
En la tierra desde…que mi madre decidió que 3 hijos no eran multitud! Allá por enero de 1982, más concretamente el día 23.
En PGH desde…el 27 de septiembre de 2005 hasta… julio de 2007, aunque nunca se sabe: difícil de ver el lado oscuro es.
Ahora en…mi casa, escribiendo esta ficha, observando la nevada que está cayendo y admirando los -9º C que marca el termómetro de la ventana. Es decir, estoy en Pittsburgh.
Por qué viniste a Pittsburgh: Por allá en mayo de 2005, cuando estaba en época de examenes de mi último año de carrera, me crucé por el pasillo con un profesor de mi universidad y me puse a hablar con él. Mientras comentábamos el partido del Barça de la semana anterior, me preguntó: “por cierto, ¿te quieres venir a CMU, la mejor universidad de EEUU en Robótica, a trabajar conmigo en un proyecto de inteligencia artificial?”. Yo le contesté: “Ah, vale”, antes de continuar hablando del Barça. Y así, tras tan exhaustiva y agotadora entrevista de trabajo, aparecí aquí en septiembre de 2005. Y desde entonces, yo soy otro de los esclavos… digo, trabajadores, de Fernando de la Torre. Actualmente trabajo de investigador en el Robotics Institute de CMU; aunque si Fernando sigue trayendo gente a este ritmo, creo que acabaremos todos en el Fernando’s Institute dentro de poco.

En realidad, el trabajo es una excusa para poder pasármelo bien y disfrutar de la vida con este magnífico grupo que es PataNegra, tan magnífico que incluso los seguidores del Real Madrid son buenas personas. Mi agenda social nunca ha estado más llena de fiestas, comidas, cenas, partidos de squash y maratones turísticas (42km a pie cada día visitando las zonas clave, capitaneados por la teniente María) por múltiples ciudades. Durante el tiempo que llevo aquí, he vivido incontables experiencias “religiosas”, entre las que destacaría la Superbowl de los Steelers, la Champions League del Barça, la visita a San Francisco y el inolvidable metro de Chicago que pasaba a un par de pulgadas de la ventana de nuestra habitación, siempre en una compañía inmejorable. Pase lo que pase y esté donde esté, siempre llevaré un trocito de Pittsburgh conmigo!

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